En el año 2012, la llegada de peregrinos a Compostela batió marcas históricas. Peregrinos de todas las edades llegan de lugares de todo el mundo para abrazar al Apóstol y rezar en la Catedral de Santiago.
Es sorprendente ver que a pesar de que pensamos que la religión no tiene mucha cabida en nuestra sociedad actual, cientos y cientos de peregrinos cada día entran en las iglesias del Camino para rezar, confesarse, cantar o simplemente para saludar al Señor. Y su alegría es mayor cuando ya antes de llegar a Santiago pueden contemplar una imagen de Santiago Apóstol, como es el caso de nuestra iglesia de Boente, situada en el corazón del Camino.
Son numerosas las causas por las que la gente hace el Camino: Religión, promesas, cultura, turismo, desprendimiento de uno mismo, etc. Pero todas ellas llevan a un mismo fin: La visita a la Catedral y el abrazo al Apóstol. Gente que termina el Camino con unas ideas totalmente diferentes a las que tenía cuando lo empezó. Pues el Camino es una escuela para la vida: se aprenden valores de amistad, de lo poco que necesitamos para salir adelante, se aprende a compartir, el valor del sacrificio, a escuchar a los demás y a uno mismo, se siente una fuerza interior que te empuja a salir adelante.
Es gratificante ver a padres y hijos que hacen el Camino en familia, sobre todo en la época de vacaciones, que entran en la iglesia y rezan el Ángelus a mediodía o un padrenuestro o simplemente hablan de cosas relacionadas con el Camino (quién era Santiago, por qué se vino a España, por qué llevaba la calabaza, la concha, por qué la cruz de Santiago es una espada, por qué se llama cruz, etc.).
Podemos pensar que el Camino es muy duro para los niños, pero se sorprenderían verlos caminar, pues ellos descansan unos minutos y ya están recuperados para empezar de nuevo.
También hay padres muy sacrificados y hacen impresionantes inventos para que sus hijos puedan acompañarles en el Camino, así diseñan carritos que enganchan en sus bicicletas o los llevan a sus espaldas o simplemente empujan sus sillas.
A pesar de que en el Camino se encuentran personas de todo el mundo y que cada uno habla su lengua, durante el peregrinar todos se entienden, como si el Camino tuviera una lengua en común. Todos son amigos de todos y se comunican entre ellos, se intercambian teléfonos, direcciones, correos electrónicos, etc. El Camino de Santiago es una gracia de Dios, es un Camino de unidad y fraternidad. Dios se vale del Camino para acercar muchas almas a Él por la mediación del Apóstol Santiago.
Andrés Guerreiro Sánchez y Ana Miguélez
Boente